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- 28 junio, 2021
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Vida, bicicletas y la búsqueda de la felicidad El programa de formación del servicio técnico ofrece experiencia y una oportunidad a los chicos que más lo necesitan.
En el verano de 2020, Tati Koufopanteli asistió a una cita de “Bike Rides for Black Lives” en Brooklyn, Nueva York, y se le saltaron las lágrimas.
“No se veía ni la calle”, dice, mientras describe la energía del encuentro y el ruido que hacían los cientos de ciclistas al entonar los nombres de aquellos que habían perdido sus vidas a manos de la policía.
“Debimos pedalear al menos 30 kilómetros”, asegura, “pero no me di ni cuenta”.
Tati acabó el evento muy motivada, e inmediatamente se puso a investigar de qué manera podría involucrarse. Se puso en contacto con Erica Ford, fundadora de LIFE Camp, Inc., una organización del sur de Jamaica que se dedica a prevenir y combatir la violencia y que había formado parte de la organización de la quedada.
Erica fundó LIFE Camp para ayudar a jóvenes entre 13 y 24 años a encontrar oportunidades sociales, laborales y de formación que no encontrarían de otra forma. La organización también tenía como objetivo ofrecer alternativas a la violencia para los jóvenes y sus familias.
“Creemos que una mente y un cuerpo sanos crean una comunidad más pacífica”, nos cuenta Erica sobre la misión de su grupo.
Tati le contó a Erica que trabajaba en una tienda de Trek de la zona, y juntas empezaron a pensar formas en las que la tienda podría ayudar. Después de compartir ideas con los empleados y otras tiendas Trek de Nueva York, decidieron poner en marcha un programa de formación para los chavales del LIFE Camp.
Tati y sus compañeros de trabajo crearon un curso de 9 semanas para enseñar a los chicos y chicas a ensamblar y reparar bicicletas. El curso implicaba asistir a formación presencial en la tienda, hacer deberes y hablar en público.
“En realidad se trata de que los chicos entiendan lo que significa ser responsable”, afirma Tati. “Queremos enseñarles cosas que les ayuden a incorporarse al mundo laboral”.
Tati había estado en familias de acogida durante su infancia, y se convirtió en una menor emancipada a la edad de 17 años. Se puso a trabajar para independizarse, y tuvo la suerte de encontrarse con gente que tenía cargos de manager y líderes que la ayudaron a progresar. El trabajo le ayudó a “ir por el buen camino”, y le aportó la confianza y la motivación necesarias para conseguirlo.
“Para mí supuso un mundo sentir que finalmente era buena en algo”, cuenta. “Quería darle a otras personas la posibilidad de disfrutar de esa sensación”.
Pero también estaba familiarizada con las complejidades que pueden llegar a impedir que chicos de comunidades desfavorecidas asistan a un programa como este.
Varios de los estudiantes vivían en comunidades que no tenían una tienda de bicicletas, así que debían viajar alrededor de una hora para ir a clase cada día. Tati consiguió que se les pagara el transporte. También se aseguró de que los chicos disfrutaran de un desayuno y una comida saludables, y que volvieran a casa con comida.
“Muchos de esos chicos se tienen que quedar en casa porque viven en zonas muy peligrosas, así que no tienen demasiadas oportunidades de interactuar con los demás. Por eso es importante que les proveamos de un espacio al que ir y donde aprender”.
Tati sabía que lo primero que tenía que hacer era asegurarse de que venían a clase, y de que lo hacían con regularidad. Sabía que, para que esto pasara, tenía que contar con el equipo de personas adecuado.
“Es todo un desafío. Son jóvenes en riesgo”, afirma Tati. «Alguien que no sabe qué es eso, puede parecerle que a estos chicos les da igual todo. Pero en realidad lo único que necesitan es más apoyo.”
“Aquellas personas que iban a ayudar tenían que apasionarse con el proyecto. Esta no es una de esas situaciones en las que fichas para entrar y para salir”.
Tati reunió a un equipo de empleados de otras tiendas de Nueva York, que se convirtieron en mentores de los estudiantes del programa de reparación de bicicletas. Cada instructor era responsable directo de un estudiante. Debían hablar con su discípulo durante la semana, llamar a su casa, hacer que se sintieran responsables de ir a clase y de hacer los deberes, y, lo que es más importante, hacerles saber que siempre estarían ahí cuando les necesitasen.
El equipo también se aseguró de que los niños eran tratados como lo que son, niños, una “cortesía” que muchos chicos negros y latinos a menudo no tienen garantizada. El equipo hizo todo lo que pudo para que las clases fueran divertidas, para que mantuvieran el interés y se concentraran, y a menudo organizaban salidas en bicicleta al final de las clases.
“Lo que más les gusta es montar en bicicleta eléctrica», dice Tati. “Sonríen de oreja a oreja”.
Para la mayoría de los estudiantes este era su primer contacto con el ciclismo. Tati solo llevaba un año en la industria del ciclismo, y estaba alucinada por lo transformadora que puede ser esta experiencia.
“Me encantaba ir en bici cuando era pequeña, pero no era consciente de las ventajas en toda su magnitud hasta hace poco”, dice. “Me ayuda a liberar ansiedad. Disfruto de verdad de la sensación de libertad cuando monto en bici.”
Tati también se sorprende de la comunidad que ha construido con el ciclismo.
“Antes de entrar en Trek no sabía que había grupos que quedaban para salir en bici”, dice. “Mi propósito era que estos chicos entraran a formar parte de ese tipo de comunidad”.
La primera generación de estudiantes del LIFE Camp se graduó el 22 de mayo de 2021. Todos los graduados, que tienen entre 16 y 22 años, tienen la posibilidad de trabajar en las tiendas Trek de la zona y fueron sorprendidos con una bicicleta nueva para cada uno de ellos.
Ahora tendrán la oportunidad de trabajar mano a mano con un mecánico y de seguir con su formación para llegar a convertirse en excelentes mecánicos de bicicletas.
Tati está emocionada al ver que el programa se amplía a otras ciudades del país y espera ayudar a otras tiendas de bicicletas para que adapten el currículo a las necesidades de su comunidad.
Según Tati, lo más importante es que estos chicos salgan de las tiendas y difundan el mensaje a su comunidad. También subraya la importancia de asociarse con una organización que ya tenga credibilidad en comunidades con pocos recursos, como LIFE Camp.
“Nuestra misión es cambiar el mundo haciendo que cada vez más gente monte en bicicleta”, afirma Tati. “¿Cómo podemos utilizar nuestra tienda de bicicletas para hacer el bien?”
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Nuestra misión: solo fabricamos productos que amamos, ofrecemos una increíble hospitalidad a nuestros clientes y cambiamos el mundo consiguiendo que cada vez más gente monte en bicicleta.