- Cómo
- 14 diciembre, 2021
- Alyssa Gonzalez
Persiguiendo metas en caminos de balastro Las carreras de gravel son un desafío para el cuerpo y la mente. Así es como podés abordarlas.
Las carreras de gravel representan algo diferente en el ciclismo. Es más nuevo, menos estricto con las reglas y, en general, más acogedor.
Capaz que esto es lo que primero me atrajo al deporte. Como mujer negra, nunca había pensado en mí misma como alguien que sería aceptada en la comunidad del ciclismo, pero con grupos como RAR (Radical Adventure Riders), vi la forma en que el ciclismo de gravel da la bienvenida a personas de diferentes géneros, tipos de cuerpo, edades y colores de piel, todo en bici y divirtiéndose.
Crecí corriendo en pista y campo, corriendo los 400 metros con vallas en la Universidad Estatal de Iowa. Nunca tuve acceso, tiempo o dinero para deportes al aire libre, y el ciclismo nunca llegó a mi radar. El único tipo de competencia que había conocido me fue inculcado por años de pista y campo: corré lo más rápido que puedas, cada segundo (y décima de segundo) cuenta. Tuve que mirar de cierta manera, entrenar de una manera muy intencional, vigilar cuando comía y nunca dejar de pensar en la pista. Competir como atleta de D1 me dejó con mucho trauma y estrés a la hora de pensar en volver a competir, por lo que inscribirme en una carrera de bicicletas fue una tarea abrumadora en sí misma.
Pero la naturaleza acogedora de las carreras de gravel me ayudó a superar las ansiedades. Encontré la serie The Rad Dirt y me sentí atraída a postularme cuando vi que la carrera ofrecía una beca para permitir que los ciclistas que no tenían los medios para participar por su cuenta fueran parte del evento, así que apliqué. No tengo una gran experiencia en bicicletas, recién empecé con el ciclismo de montaña en mayo y obtuve mi primera bici de gravel en agosto, así que en vez de anhelar el podio, me propuse el objetivo de deconstruir las ideas tóxicas que tenía sobre lo que significaba ser atleta y competir, y en vezz de eso esforzarme por divertirme y cruzar la línea de meta.
Con la escasez de bicicletas, recién tuve mi bicicleta para entrenar aproximadamente 9 semanas antes de la carrera. Me comuniqué con algunos amigos ciclistas y leí muchos artículos en línea sobre el entrenamiento para una carrera y lo seguí muy libremente. Mi objetivo principal era ganar tiempo en mi bici y familiarizarme con las cosas que me ponían más nerviosa: ir cuesta abajo rápido, pedales con trabas y los ascensos. Intenté salir a pedalear varias veces a la semana mezclando subidas, recorridos más largos y descensos. No me apegué a un plan de entrenamiento específico ni hice ningún ejercicio. Tenía en mente que podría entrenar constantemente durante 8 o 9 semanas, pero justo cuando comencé tuve una emergencia familiar que interrumpió las cosas. Solo pude rodar unas 6 semanas antes del día de la carrera, pero las aproveché al máximo. Experimenté con diferentes tipos de nutrición e hidratación. Descubrí que masticar y concentrarme en los electrolitos para hidratarme era lo más importante para mí.
A medida que se acercaba el día de la carrera, mis nervios aumentaron. Lo que aprendí de correr en la universidad fue nunca cambiar tu rutina justo antes de la carrera, así que la noche antes de la carrera cené a la hora habitual y me fui a la cama un poco antes de lo habitual para tener en cuenta la hora en que me iba a despertar. Tomé un poco más de agua y una mezcla de hidratación para asegurarme de que iba al día siguiente sintiéndome lista para empezar.
Amaneció y me desperté antes de mi alarma con los nervios en alto, pero traté de recordarme a mí misma que mi único objetivo era terminar la carrera y tenía todas las habilidades para hacerlo. Los 62Km de la carrera serían el tramo más largo en el que había estado, pero estaba ansiosa por esforzarme y estar rodeada de personas que solo querían estar en sus bicis.



“Seguí hasta la próxima señal en el camino… y seguí avanzando después de eso.”
Una vez que empecé a pedalear, descubrí que la mayoría de esos nervios se fueron con el polvo detrás de mí, y solo me concentré en el camino y el paisaje. Había un clima perfecto y me sentía fuerte sobre la bici. Como exatleta de velocidad, tuve que enseñarle a mi cuerpo a disfrutar de los deportes de resistencia, así que estuve trabajando en eso todo el tiempo. Había llovido mucho antes de la carrera y muchas secciones del campo se habían convertido en barro. Estos factores externos, combinados con la distancia y algunos grandes ascensos, me obligaron a superar muchos desafíos físicos. Como es la naturaleza de las carreras de gravel, hubo algunas partes de la carrera en las que me encontré completamente sola en el camino, lo que también agregó desafíos psicológicos. Me di a mí misma pequeños objetivos para ayudarme a superarlo, como “seguir hasta el próximo letrero de madera en el camino… y luego seguir adelante”.
Avancé a lo largo de los kilómetros y, cuando crucé la línea de meta, estaba eufórica por haber alcanzado mi objetivo. Aprender que podía sacar mi cuerpo de su zona de confort y desafiarme psicológicamente en la bici fue gratificante en sí mismo, pero la diversión que tuve en el camino lo hizo aún más dulce.
Las carreras no tienen por qué ser algo aterrador. Podés hacer lo que quieras de ellas. Unirte a una carrera no tiene que tratarse de alcanzar el podio; puede ayudarte a pedalear en lugares nuevos, conocer gente nueva y estar en un ambiente divertido. Así que registrate, tomate un tiempo para acostumbrarte a tu bici, encontrá la ropa con la que te sientas a gusto, encontrá la comida y bebida que te guste, creá una meta para trabajar, ¡y divertite!
Seguí a Alyssa en sus próximas aventuras en Instagram en @__AlyssaGonzalez o en su sitio web personal, alyssa-gonzalez.com

About the Author: Alyssa Gonzalez
Through partnerships with organizations like Trail Mixed Collective, Alyssa Gonzalez works to break down barriers for BIPOC women and redefine what it means to be an athlete in the outdoors.