- Responsabilidad
- 27 junio, 2022
- Trek
Nacidos para volar Los equipos de NICA de Diné y Gallup Comp
La palabra “Diné” es el nombre que sus fundadores dieron al pueblo navajo. La traducción literal significa “El Pueblo”. Los Diné tienen una conexión estrecha con la tierra y creen que la naturaleza es sagrada y que la humanidad es solo una parte de un todo mayor.
Dinétah (nación Navajo) está situada entre cuatro montañas sagradas, con una superficie de más de 27,000 millas cuadradas y abarca los estados de Utah, Arizona y Nuevo México.
La tierra es vasta y pintoresca, millares de desierto árido que contrastan con planicies imponentes, mesetas rojas resplandecientes y unas cuantas viviendas solitarias. Los bosques alpinos, la hierba poco densa y los arbustos pequeños brotan del suelo polvoriento. Los cañones tallados por volcanes erosionados, las aguas ancestrales y los vientos fuertes recuerdan la vida que existió hace mucho tiempo atrás.
Los perros de la reserva que deambulan libremente entran y salen de su escondite. Las parvadas de pájaros sobrevuelan el cielo, surcando el aire como ciclistas en las curvas. Y aquí, en el paisaje soleado, un grupo de niños se reúne con sus bicicletas y espera que comience la práctica.
Los jóvenes diné están más conectados generacionalmente con esta tierra que la mayoría de las personas que la han pisado. El año pasado, el ciclismo de montaña les proporcionó una nueva forma de conectarse con la tierra que ha sido parte de ellos durante tanto tiempo.
En 2020, 10 jóvenes en la reserva Navajo y sus alrededores recibieron becas Pathfinders, así como bicicletas de montaña, equipos y retribuciones económicas por carreras para cubrir una temporada con la Asociación Nacional de Ciclismo Interescolar (National Interscholastic Cycling Association, NICA). Los beneficiarios, de entre 12 y 15 años de edad, son miembros de dos equipos locales de la NICA: Gallup Comp y Diné Comp. A los equipos los organizó el exciclista profesional de carrera Scott Nydam, un líder reflexivo y carismático con preferencia por las frases ingeniosas y la sabiduría filosófica, que ha dedicado su tiempo a desarrollar una cultura de ciclismo de montaña en la reserva.
Gracias a la beca Pathfinders, el ciclismo de montaña se ha convertido en parte de la rutina diaria de estos niños y en una nueva forma de explorar su mundo natural.
“Las montañas que recorren en bicicleta son parte de ellos”, afirma Shaun Price, un fotógrafo de Diné que creció en la reserva y es voluntario junto con Nydam.
Esto es lo que motivó a Nydam a esforzarse por conseguir que más niños nativos anden en bicicleta. A través de su organización sin fines de lucro Silver Stallion Bicycle & Coffee Works, Nydam y su equipo repararon más de 800 bicicletas para ciclistas en toda la reserva, regalaron 125 bicicletas a través de la asociación con Free Bikes 4 Kidz y brindaron enseñanza mecánica a los lugareños en un intento por reducir la falta de recursos. No existe ni una sola tienda de bicicletas en toda la reserva.
“Estamos tratando de construir Wimbledon alrededor de una raqueta de tenis”, comenta Nydam, con respecto a los esfuerzos de su equipo para fomentar una cultura de bici de montaña en la reserva. “La NICA se diseñó para poblaciones con una cultura consolidada, por lo que nuestra liga de NICA tiene que verse completamente diferente. Y los esfuerzos de diversidad, equidad e inclusión tienen que ser lo principal”.
Los esfuerzos de Silver Stallion han transformado la vida de adultos y niños en toda la reserva, pero darles a los niños bicicletas que realmente les pertenecen a través de la beca Pathfinders ha demostrado ser un beneficio único.
“Ahora que estos niños tienen sus propias bicicletas, adquirieron un sentido de pertenencia y responsabilidad”, comenta Vincent Salabye, instructor y mecánico voluntario de los equipos de NICA con sede en la reserva. “Les ofrecieron un capital inmediato a los ciclistas que, de otro modo, no hubieran podido pagarlo”.
Al igual que la mayoría de los adultos, los voluntarios de los equipos de NICA en Navajo quieren un futuro mejor para las generaciones que vienen después de ellos. Y el acceso a las bicicletas, según los más involucrados con el equipo, es un gran paso en la dirección correcta.
“La bici es todo para mí: mi mejor amiga, mi terapia. La llevo a todas partes”, expresa Franklin Cook, un ávido ciclista y voluntario del equipo cuyo pequeño cheii (sobrino) Kelson, a quien sus amigos llaman Deeko, recibió una bicicleta Pathfinders. “No importa lo que pase, mientras la bici esté ahí, me da esperanza”.
Cook está encantado de ver que a Deeko tiene acceso a recursos a los que él no podía acceder cuando era niño, aunque suele hacerse de la vista gorda cuando Deeko se enfrenta a terrenos particularmente difíciles. También está agradecido por la enseñanza que el equipo le ha brindado.
En Mariano Lake, Nuevo México, Jennifer y Jerry Brown se reúnen alrededor de la mesa de la cocina en su hogan —una casa tradicional navajo con una habitación y un techo redondeado— para hablar de los cambios que han visto en su hija Mary Helen desde que recibió una beca Pathfinders. Su hardtail rígida Trek pintada con colores del atardecer está apoyada en una cómoda cercana, mientras la familia se ríe al recordar cómo a la última bici que tenía, una híbrida de tienda departamental, se la comieron las ovejas.
El ciclismo de montaña puede ser caro. Por lo tanto, comprar una bici nueva y los accesorios para equiparla no era una opción para Jerry y Jennifer, quienes trabajan en la reserva como artista y maestra, respectivamente. Pero el acceso al deporte no tiene precio.
No solo notaron la confianza que había ganado Mary Helen en la bici, sino que también lo vieron en otros aspectos de su vida.
Cuando le pidieron por primera vez que se uniera al equipo Gallup Comp NICA, Mary Helen no estaba segura. Nunca antes había andado en bici de montaña y no sabía bien qué esperar. Su madre la convenció de asistir a algunas prácticas. Si no le gustaba, podía dejarlo.
Después de su primer día sobre el asiento, Mary Helen quedó enganchada. Le gustó el refugio que le brindó el ciclismo de montaña, pero también valoró la camaradería de ser parte de un equipo.
“Uno de los momentos que más me enorgulleció fue cuando Mary Helen se detuvo para ayudar a su compañera de equipo que acababa de chocar en su primera carrera”, explica Jennifer. “Se quedó atrás para asegurarse de que su amiga estuviera bien y la convenció de volver a subirse a la bici y seguir la carrera.
Fueron las dos últimas en llegar a la meta, pero eso no importó. Mary Helen no habría terminado si ella se quedaba atrás”.
A unos 75 minutos de distancia, en la ciudad de Fort Defiance, Arizona, el compañero de equipo de Mary Helen, Deeko, está parado en la cima de un acantilado de piedra colorada, esperando el momento perfecto para lanzarse. Su tío Franklin, su amigo y mecánico del equipo Lorenzo y una manada de perros dóciles observan con anticipación.
El equipo esperó la tarde, y muchas otras tardes, para poder construir nuevas líneas en la ladera rocosa, a poca distancia de las casas en las que crecieron. Al no haber muchas pistas conocidas en el área, este esfuerzo es imprescindible si quieren andar en bici sin tener que conducir una hora o más.
Cuando no anda en bici con su tío, Deeko suele recorrer las pistas con un grupo de chicos al que nombraron ingeniosamente Derailleur Bashers (Desviador de cambios de velocidad). Así como Mary Helen, el muchacho de 14 años de voz suave se muestra con un admirable nivel de valentía cuando anda en la bici.
“Nunca siento miedo”, afirma Deeko. “Cuando tengo un mal día, andar en bici me despeja la mente. Incluso si choco, estoy feliz de haber salido a andar, como si hubiera sacado un diez de calificación”.
Deeko motiva a otros niños a dejar de dudar si alguna vez quisieron intentar practicar el ciclismo de montaña, pero les daba demasiado nervio para dar un paso firme.
“Sigue intentándolo. No renuncies”, exclama. “Así, llegarás a la cima. Nunca te rindas. Sigue adelante”.
Apuntando su rueda hacia la línea deseada, Deeko respira hondo y avanza. Sube por el terreno irregular con facilidad, deslizándose sobre rocas y raíces como si nada. Mientras se dirige a la bajada final, los perros lo siguen de cerca, su bici se levanta del suelo y Deeko se cae de la bicicleta. Aterriza directamente en el lodo.
Franklin, que escucha pero no ve el choque, hace un gesto de dolor. Los perros corren por la conmoción. Deeko se para rápidamente y levanta el pulgar con orgullo antes de abrirse paso con su bici hasta la cima.
Al final de un entrenamiento al atardecer, mientras el sol desaparece en el cielo, los atletas de la liga de NICA de Nuevo México analizan carreras pasadas y futuras entre bocados de pizza.
Algunos comparan choques, otros conversan sobre las aspiraciones para la competencia Red Bull Rampage. La mayoría espera formarse en la línea de salida, sentir el nerviosismo típico de un día de carrera y animar a sus compañeros de equipo desde la zona de pozos.
Ni un solo ciclista habla sobre ganar. Ni una vez. Lo que más les importa a estos chicos es salir con sus amigos, divertirse y demostrarse a sí mismos y a los demás que son capaces de lograr más de lo que nunca creyeron posible.
Al igual que la mayoría de sus entrenadores, los jóvenes de Diné encuentran un refugio en la bici que parece inalcanzable en otros lugares. Cuando tienen puestos sus malliots y andan en bici con su equipo, pueden escapar del estrés diario y tener la posibilidad de hacer lo que mejor hacen los chicos, divertirse.
Además de brindar un escape necesario, la beca Pathfinders les ofreció a los jóvenes navajos acceso a transporte confiable (algunos de los niños incluso se trasladan diariamente a la escuela), un pasatiempo saludable y duradero, y una nueva herramienta para conectarse con su cultura, su tierra y entre ellos.
“Me encanta darles a los niños las herramientas que necesitan para explorar sus comunidades”, expresa Price, quien redescubrió la reserva en su bici después de recorrerla durante cinco años. “No hay nada más maravilloso que salir en tu bici y volver a enamorarte de la tierra en la que creciste”.
Si bien está claro que Nydam y los demás voluntarios de Silver Stallion han logrado grandes avances en la creación de una cultura de ciclismo de montaña en Dinétah, sus esfuerzos conllevaron desafíos importantes.
Las conexiones wifi en ciertas áreas de la reserva pueden no ser confiables, y la falta de tiendas de bicis significa que los padres y familiares tienen que aprender a reparar las bicicletas de sus hijos o esperar que Silver Stallion tenga acceso a Internet y los recursos para solucionar cualquier problema mecánico.
Pero Nydam y su equipo no se dan por vencidos fácilmente. El simple hecho de conseguir el registro de Nuevo México en la liga NICA significó un gran logro. Además, están en la búsqueda constante de descubrir nuevas formas de compartir la magia del ciclismo de montaña con más personas.
“Todo este proceso está basado en las relaciones, no en el negocio”, comenta Nydam sobre sus esfuerzos para crear una cultura ciclista que perdure. “Lo que hacemos ahora repercute en la eternidad”.
En la cultura navajo, las aves se consideran un símbolo de paz interior, de mentes despreocupadas y corazones aliviados. Muchos beneficiarios de Pathfinders comparan el ciclismo de montaña con la habilidad de volar.
“Estoy sentada en el aire como un ave”, afirma Mary Helen.
Entonces, ¿qué les deparará el destino a ella y a la liga de NICA de Nuevo México? Con el apoyo y la fuerza de la comunidad Diné, hay algo que queda claro: el cielo es el límite.
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